miércoles, 27 de mayo de 2020

Oda a mi generación - Silvio Rodríguez (50 años después)

Cinco décadas han pasado, desde ese día en que aquel joven trovador de 23 años compusiera una de las canciones más sentidas, conmovedoras y desgarradoras que se hayan podido escuchar (por supuesto que existen muchos otros temas suyos y de otros músicos que también lo son, valga la aclaratoria, para no sonar tan subjetivo), pero como hoy es su cumpledécadas, lo enmarco dentro de esos conceptos.

Se trata de Oda a mi generación, tema que aborda principalmente el testimonio del trovador en torno a los hombres y mujeres contemporáneos a él, que crecieron y se formaron durante el histórico proceso revolucionario cubano, por lo que nos narra su óptica de aquel presente con miras al futuro y todo lo que había por construir de allí en adelante.

Rodríguez, en su blog Segunda Cita, nos recuerda esta canción y resalta anécdotas de cómo fue y por qué la escribió, además de rescatar y compartir un video subido a su canal de Youtube, documentado en esa misma década. 

Asimismo menciona que una parte de la letra decía inicialmente "no es un hombre, es EL malabarista de una generación" (claramente escuchado en el video de marras), a lo que el trovador Pablo Milanés le hace una observación en cuanto a esa parte de la canción, por lo que posteriormente Silvio lo deja en "no es un hombre, es UN malabarista de una generación", como se escucha en la grabación del disco Érase que se era.



Algo muy importante que acotar es la explicación que el juglar nos brinda que no puede pasar por alto:


"Todo el mundo decía que esa canción yo se la dedicaba a Fidel, no creían en mis palabras, pensaban que yo decía una cosa pero pensaba otra (jeje), y todo porque un día también de mayo Fidel, en un acto ante la embajada americana, había dicho que no íbamos a llegar a los 10 millones. Fue un momento de mucho dramatismo. Una derrota personal para Fidel, que había cifrado en esa super zafra el destino de Cuba (por los precios de entonces del azúcar) y muchos dicen que para no someternos a tanta dependencia del campo socialista. Yo escuché ese discurso a pocas cuadras de donde se estaba produciendo el acto, que fue por el regreso de unos pescadores secuestrados. Estaba en el balconcito del apartamentico de Germán Pieniella. Pero incierto que ese discurso me inspiró la canción. Me la inspiró todo por lo que estábamos pasando aquella generación que nos habíamos hecho hombres rodilla en tierra, defendiendo la primera revolución socialista de América y viendo en el estado en que nos encontrábamos, y sobre todo los retos que teníamos por delante. En mi página de youtube está la filmación de como era cuando la hice, sentado sobre la cama en que la hice, con los mismos zapatos con que la hice y con la misma rabia conque la cantaba. En el momento de escribir poetas pensé en Wichy Nogueras, a quien siempre consideré el mejor de nuestra generación.


Muchos años después, mediados de los 80, la primera vez que fui invitado a Palacio, a una recepción que se hacía por un festival de cine, me dijeron que llevara la guitarra y que allí iba a estar Fidel. Era la segunda vez en mi vida que lo iba a tener cerca. Solo canté una canción. Esta. Y la introducción fue, más o menos, lo mismo que el párrafo anterior. Al final Fidel se me quedó mirando, asintiendo con la cabeza, sin decir nada. Dos o tres dieron algunas palmadas. Cuando se reanudó la conversación me tomé un mojito. Fidel me hizo señas de que me acercara y fue la primera vez que conversamos un poquito. Después discretamente me fui a casa."

Finalmente, dejamos la letra y un video de esta canción en vivo, para seguir disfrutando de su esencia

Oda a mi generación
A los veintisiete días de mayo del año setenta
un hombre se sube sobre sus derrotas,
pide la palabra
momentos antes de volverse loco.
No es un hombre,
es un malabarista de una generación.
No es un hombre,
es quizás un objeto de la diversión;
un juguete común de la Historia
con un monograma que dice: «bufón».
Ese hombre soy yo.

Pero debo decir que me tocó nacer
en el pasado y que no volveré.
Es por eso que un día me vi en el presente,
con un pie allá donde vive la muerte
y otro pie suspendido en el aire,
buscando lugar,
reclamando tierra del futuro para descansar.
Así estamos yo y mis hermanos,
con un precipicio en el equilibrio
y con ojos de vidrio.

Ahora quiero hablar de poetas,
de poetas muertos y poetas vivos,
de tantos muchachos hijos de esta fiesta
y de la tortura de ser ellos mismos.
Porque hay que decir que hay quien muere
sobre su papel,
pues vivirle a la vida su talla tiene que doler.
Nuestra vida es tan alta ―tan alta―
que para tocarla casi hay que morir,
para luego vivir.

Yo no reniego de lo que me toca,
yo no me arrepiento pues no tengo culpa,
pero hubiera querido poderme jugar
toda la muerte allá, en el pasado,
o toda la vida en el porvenir que no puedo alcanzar.
Y con esto no quiero decir que me pongo a llorar.
Sé que hay que seguir navegando.
Sigan exigiéndome cada vez más,
hasta poder seguir
o reventar.



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