1. Introducción
Construir una sociedad socialista para Venezuela ha sido el sueño y sacrificio de muchas personas quienes ofrecieron inclusive su propia vida por tales ideales. La situación que vive el mundo en general, y en particular nuestro país, dados los inmensos problemas no resueltos y los peligros que se tienen de desaparecer de la faz de la tierra de todos quienes la habitamos, ha llegado a un punto tal que se requiere tomar conciencia plena de la posibilidad de una catástrofe. No podemos quedarnos con los brazos cruzados.
Pasar de la elaboración a la acción concreta, de la comprensión de la realidad a su modificación radical ha sido el desvelo de muchos quienes continúan luchando por un mundo mejor. Este documento se elabora como una contribución al actual debate que se da en Venezuela con el objeto de conformar un Partido político revolucionario socialista que impulse tales cambios hacia un país como lo pensaron nuestros ancestros y quienes ofrendaron su vida y obra por la independencia nacional. Sin el desarrollo de una teoría es imposible una práctica revolucionaria, y sin una crítica constructiva, que surja de la propia práctica, tampoco será posible la edificación de una nueva sociedad fundamentada en los principios de un trabajo creador y liberador.
2. Una visión histórico-política
2.1. Caída del régimen puntofijista
La pérdida formal del poder por parte de las fuerzas sociales y políticas que lo habían detentado tradicionalmente constituye, sin duda, el acontecimiento político más relevante ocurrido en el país en los últimos años. De esta manera culmina la hegemonía, interrupción de la capacidad para continuar trazándole el rumbo ético-político a la sociedad venezolana, que hasta el 6 de diciembre de 1998 había ejercido el bipartidismo adeco-copeyano, cuestión que, a su vez, encuentra su explicación en los siguientes hechos:
1- En la mudanza de las mayorías populares al lado del proceso bolivariano como quedaría demostrado contundentemente en los procesos electorales que se realizan en el país a partir de aquella fecha. La calidad de esta determinación de los sectores populares se eleva todavía más si se tiene en cuenta que lo que la produce no es sólo la urgencia que estos tienen de comenzar a resolver de manera permanente la grave situación socioeconómica que los ha venido afectando, sino su disposición de participar activa y directamente en la realización del cambio político–estructural planteado en el país. A este respecto es muy importante subrayar que ha sido el significativo desarrollo alcanzado por la consciencia política del pueblo, lo que permite comprender, en definitiva, tanto su comportamiento político electoral de los últimos tiempos, como su participación decisiva en las acciones de calle que dieron al traste con la contraofensiva desestabilizadora desplegada por la reacción derechista durante el golpe de Estado del 11-A, el paro petrolero y el referendo presidencial revocatorio de 2004.
2- La pérdida del control relativo del aparato militar del Estado, el cual fue convertido por el orden bipartidista en el soporte armado del sistema puntofijista que el país padeció durante más de cuarenta años.
3- El proceso de disolución al que se ha visto sometida la estructura burocrático sindical que, desde los años sesenta, le sirvió de base de operaciones al bipartidismo puntofijista en el seno de los trabajadores.
2.2. La contraofensiva desestabilizadora de la derecha exógena
No resulta casual que la acción desestabilizadora desplegada por la derecha puntofijista durante el período 2001-2004, coincida con la intensa movilización política que durante el mismo período lleva a cabo el pueblo por un mayor desarrollo y consolidación de los contenidos revolucionarios del proceso político en marcha. Este es también el momento en que por efecto de la gran movilización y presión popular, el Gobierno toma la decisión de hacer aprobar por la Asamblea Nacional el primer conjunto de leyes habilitantes (Noviembre de 2001), cuyo contenido recogía, en términos generales, la voluntad del pueblo de imprimirle una mayor profundidad a sus demandas.
A todo eso respondió la derecha con el paro patronal de diciembre de 2001, que antes que modificar a su favor el cuadro político nacional, y de contener –sobre todo- el ascenso político del pueblo, contribuyó significativamente a elevar su consciencia y su disposición a darlo todo en la defensa de un Gobierno en el que ya había cifrado completamente sus aspiraciones emancipatorias. La firme y tenaz resistencia puesta por nuestro pueblo en el enfrentamiento y posterior derrota de la “derecha exógena” durante el Golpe de Estado de Abril, el paro petrolero de Diciembre de 2002 – Febrero 2003, y el referendo revocatorio de Agosto 2004, son una clara y contundente demostración de lo que hemos afirmado.
De suyo se comprende, que todos esos resultados victoriosos fueron el producto de dos cosas: 1) del importante grado de desarrollo de la consciencia política alcanzada por el pueblo venezolano en el curso de la lucha actualmente planteada por el poder; y 2) de la formidable y masiva movilización desplegada conscientemente por los distintos sectores populares comprometidos e interesados en la conquista de esos resultados.
El sentido común más elemental indica que la movilización y la organización revolucionaria del pueblo –la cual había dado extraordinarios resultados– debió haberse mantenido como el método o la forma de lucha principal para seguir enfrentando la contraofensiva desestabilizadora de la “derecha y la ultraderecha exógenas”. El que ello no haya sido así, es lo que viene a explicar -en definitiva- muchos de los errores en que hemos incurrido últimamente y, particularmente, la insólita derrota sufrida en el referendo del 2-12-07; derrota que no sólo ha introducido un importante desconcierto en nuestras filas, sino que se ha convertido lógicamente en un gran estímulo para el desarrollo de los planes políticos de nuestros enemigos, que son los mismos de todo el pueblo venezolano y de los pueblos hermanos de América Latina.
Una cuestión que llama poderosamente nuestra atención en relación con esa derrota, es la abstención (al igual que los que votaron por el NO) de más de tres millones de venezolanos que estando identificados políticamente con el proyecto bolivariano, y habiendo sufragado por el Presidente Chávez en la elecciones presidenciales de 2006, ahora se negaron a hacerlo por la reforma constitucional propuesta por él. Se trata de un hecho que exige, por una parte, una evaluación que lleve a determinar cabalmente su causalidad y, por otra, abrir los canales político-organizativos que le permitan a este sector del proceso bolivariano expresarse críticamente y contribuir, de ese modo, a la superación de esa situación.
2.3. La situación política actual en el interior de la derecha puntofijista
Es indudable que el resultado electoral del 2-12-07, se ha constituido en un importante factor coadyuvante de la política desestabilizadora de la “derecha exógena”. Tanto es así, que algunos de sus más caracterizados voceros ya se les ve y se les oye haciendo cálculos acerca de lo que perciben como la caída inminente e inevitable del gobierno bolivariano. En relación con esto, es obligado considerar que de alguna manera ese optimismo de la derecha no es del todo infundado.
Algunos de los elementos que así lo confirman son:
1) a pesar de que esta derecha ha dado muestras recurrentes de una gran incapacidad política no se debe subestimar, sobre todo si no se pierde de vista que no actúa sola, que lo hace, como se sabe, de la mano generosa de los Estados Unidos, enemigo número uno de nuestro proceso político;
2) nuestras propias limitaciones como movimiento político, particularmente las referidas a nuestra casi nula vertebración organizativa, en el seno del pueblo;
3) el cúmulo de problemas que siguen gravitando intensamente sobre las mayorías populares y que son aprovechadas massmediaticamente por la “derecha exógena” –con base cierta- para el impulso de su política en contra nuestra: nos referimos a los problemas de la inseguridad, el desabastecimiento, la carestía, la corrupción;
4) el desaliento y la confusión que ha creado en nuestras filas la derrota electoral del 2 de Diciembre pasado; 5) la real división y el conflicto que de manera sorda recorre a toda la estructura militar del país.
La apreciación desprejuiciada (objetiva) de estos elementos, hace que no constituya una exageración afirmar que en la actualidad existen sobradas razones para pensar -si no se produce un viraje cualitativo en nuestra situación política general- en la posibilidad de que se realice en nuestro país una restauración del viejo poder, pero ahora en su expresión más reaccionaria y fascista.
2.4. La situación política en el seno del bloque popular
Aunque en la estructura general de Estado existe o se ha constituido un poder político que se reconoce a sí mismo como la representación y expresión de los intereses de los trabajadores y el pueblo; poder que en una medida importante ha realizado una gestión a su favor, no puede afirmarse, sin embargo, que estos dos actores principales del proceso revolucionario hayan logrado todavía colocarse en el lugar que les corresponde como fuerza motriz y dirigente del proceso político que se vive en el país.
Eso, por un lado; y, por el otro, se mantiene en una situación de desarticulación y dispersión que no sólo explica lo anterior, sino que le ha impedido, hasta ahora, dotarse de una estructura organizativa propia y de una orientación teórico-política que le de una forma definida y la debida coherencia y consolidación como movimiento político revolucionario.
He aquí sus debilidades más importantes. Pese a ello, posee una fortaleza que es su principal arma de combate en estos momentos: el importante desarrollo de su consciencia política, alcanzado en el curso de las luchas políticas en las que ha venido participando como actor de primer plano; entre las que destacan –es preciso reiterarlo- su participación decisiva en las jornadas políticas del 13 de Abril, el paro petrolero y el referendo activado por toda la derecha (nativa y extranjera) para lograr por esta vía el derrocamiento de Chávez.
Esta situación general del Bloque del poder popular plantea la necesidad de comenzar a trabajar en lo inmediato en la construcción de los instrumentos político-organizativos que le permitan, a la brevedad posible:
1. Superar el estado de dispersión y desarticulación en que se encuentra, a fin de consolidar y estabilizar el poder revolucionario del pueblo frente a los planes desestabilizadores de la “derecha exógena”. Esto implica:
1. Profundizar el proceso de cambios del viejo Estado puntofijista a un nuevo Estado bajo la dirección directa de los trabajadores y el pueblo.
2. Acelerar la actividad de construcción de un auténtico poder popular, que comience a expresarse como un poder autónomo organizado en redes, y que sea, al mismo tiempo, la prefiguración y el punto de partida para la construcción del nuevo Estado, de un Estado verdaderamente revolucionario (no superestructural-burocrático) de los trabajadores y el pueblo, como se ha dicho antes.
3. Convertir al PSUV, en proceso de constitución, en una estructura partidista integrada y dirigida fundamentalmente por representantes políticamente avanzados de los trabajadores y el pueblo; que hayan tomado partido, de manera consciente, por el socialismo revolucionario.
Al lado de todo esto, se requiere igualmente:
1. Avanzar en la definición concreta del carácter de la revolución venezolana en el presente período histórico en que nos encontramos (en su expresión nacional e internacional).
2. Avanzar, al mismo tiempo, en la definición del tipo de socialismo que se plantea construir.
3. Poder revolucionario de los trabajadores y el pueblo en Venezuela
El estado actual de la lucha por la construcción y consolidación del poder revolucionario de los trabajadores y el pueblo en Venezuela debe ser visto desde la hegemonía de los trabajadores y el pueblo en la dirección del Estado y de la Sociedad.
Lo primero que habría que señalar a este respecto, es que se está lejos de poder decir que el conflicto o la crisis de hegemonía actualmente planteada en Venezuela se ha resuelto o está en vías de resolverse en una determinada dirección. De tal manera que no se está en condiciones de determinar “quién ha vencido a quién”.
Parafraseando al viejo revolucionario venezolano, Fernando Márquez Cairoz, lo que cabe afirmar es que “este combate no se ha decidido aún”. Por eso, la pretensión de crear la imagen o la certeza de que aquí ese problema básico de la revolución ya está resuelto es un autoengaño, o un vano intento dirigido a engañar a los demás.
En consecuencia, se trata de un problema, como todos los que tienen que ver con la lucha por el poder, que siempre se resuelve en un enfrentamiento más o menos prolongado (que por lo general incorpora la violencia como medio) entre actores políticos antagonizados; enfrentamiento en el que finalmente triunfa el que logre acumular la mayor suma de fuerza frente a su adversario (enemigo).
O dicho de otra manera, estamos frente a un problema de correlación de fuerzas que, en el caso concreto de Venezuela, se resolverá a nuestro favor si finalmente los trabajadores y el pueblo superan en el breve plazo sus actuales debilidades; con lo cual se habrán colocado en condiciones de rebasar en fuerza a sus enemigos internos (los de su propio seno) y externos en la contienda política que tiene lugar en el país.
Pero, como es lógico suponer, nadie puede predeterminar el desenlace final de esa contienda, puesto que la misma, como se ha dejado ver, constituye una cuestión práctica (no sujeta a ninguna predicción, ni a ninguna “ley de la fortuna”) en la que se ponen a prueba las capacidades, las habilidades y las destrezas de los actores en la resolución de los intrincados problemas que la lucha por el poder y la hegemonía política plantean.
2.5. Organización y movilización política de los trabajadores y el pueblo
Sólo la organización y la movilización política consciente (con apego a una línea política definida y decidida colectiva y democráticamente) le dará la victoria final a los trabajadores y al pueblo en el desarrollo de la lucha planteada.
Se trata, en este caso, de un verdadero “imperativo categórico”, por cuanto sólo mediante el cumplimiento de esos dos presupuestos podrá derivar el bloque popular la victoria -de manera simultánea- frente a la sustitución de la movilización directa y autónoma por el enclaustramiento dirigido que se le ha impuesto a los trabajadores y al pueblo desde las instancias burocráticas del Estado; y frente a la nueva contraofensiva política que la derecha exógena se dispone a llevar a cabo en lo inmediato. En este sentido, debemos proponernos dos cosas de gran importancia en estos momentos:
1. Declarar una movilización general en el interior del proceso bolivariano, que ponga en tensión activa todas las posibilidades contenidas en el seno del pueblo. Sólo así, como se ha señalado, estaremos en capacidad de infligirle una derrota aplastante a la “derecha exógena” en las elecciones del próximo mes de Noviembre, y ante cualquier otro evento que esta ponga en ejecución como parte de la continuidad de sus planes desestabilizadores.
En correspondencia con la realización de esta iniciativa, proponemos que el proceso de constitución del PSUV se convierta en una parte de esta movilización, a fin de que dicho proceso genere internamente las condiciones políticas que faciliten la derrota de la “derecha exógena” y la profundización del proceso político en desarrollo.
2. Que los líderes naturales de los trabajadores y el pueblo sean escogidos democrática y directamente por éstos para ser designados como candidatos a Alcaldes y Gobernadores.
3. Contexto internacional
El metabolismo de la lógica del capital expresa el significado más profundo de cómo se desenvuelve la humanidad en el Siglo XXI. Desde el inicio de la crisis estructural que lo afecta desde hace algunas décadas, se ha agudizado la contradicción básica que rige nuestra sociedad, y hoy se plantea de manera dramática la sustitución de la anterior lógica por otra, tal que logre desafiar la subordinación estructural jerárquica del trabajo al capital.
Cuatro son los antagonismos irreconciliables que sufre el mundo actual, el primero tiene en cuenta lo que le ocurre a los Estados nacionales y al capital global, lo cual a su vez se manifiesta en tres diferentes tipos de contradicciones: aquellas que ocurren entre el monopolio y la competencia, el de la socialización creciente del proceso de trabajo y la apropiación individual de los productos generados, y la tercera, la existente entre la división internacional del trabajo y la dominación global hegemónica del capital.
El segundo antagonismo estructural se refiere a las relaciones entre el ser humano y el ambiente, en un contexto cada vez más depredador de la naturaleza misma, en contraste con las necesidades humanas insatisfechas.
El tercer antagonismo tiene que ver con la situación del género femenino y su lucha por demás histórica por alcanzar la igualdad sustantiva.
El cuarto antagonismo expresa la presencia de un desempleo crónico, producto de la división jerárquica del trabajo que le permite erigirse al capital, como una estructura de mando vertical.
Siendo el capital un orden de control, debe tener una estructura de mando única, lo cual se expresa por un lado en la división de la sociedad en clases sociales, y por la otra, en instituir al Estado como órgano de control político, todo ello con el objeto de cumplir la función de una máxima extracción de plustrabajo. Se da de esa manera una doble determinación del capital al trabajo, como relaciones de jerarquía y subordinación. Dado que el capital se encuentra orientado hacia la expansión y está guiado por la acumulación, cuando este proceso se detiene, se producen las crisis, teniendo hoy en día, un carácter estructural dado que emergen sus componentes eminentemente destructivos, con el peligro de desaparición de la humanidad entera.
En tres diferentes instancias se manifiesta la ausencia de un control unitario por parte del capital, la primera, al observar la separación entre la producción y el control, la segunda, con la independencia entre la producción y el consumo, y finalmente, la existente entre el mundo de la producción y la circulación. Para tratar de armonizar dichas relaciones actúa el Estado como aquella estructura de mando política totalizadora del capital, sin embargo, a lo largo de la historia del capitalismo más desarrollado, como lo fue también en el caso de la antigua Unión Soviética, no pudieron evitar las guerras mundiales del Siglo XX, como tampoco las que se han presentado en el inicio del Siglo XXI. Solamente al Estado le ha tocado un rol remedial a lo largo de la historia, y cuando se extralimitó en demasía produjo la implosión de dicho sistema.
No es posible valorar el desarrollo futuro de cualquier alternativa diferente a la del capitalismo global de nuestros días, si no tenemos en cuenta el desajuste estructural entre el Estado moderno y las estructuras reproductivas del capital. El sistema capitalista actual se basa en la alienación del control de los productores. El capital global no tiene una contrapartida en el Estado global.
Con la imposición del imperialismo hegemónico global, con Norteamérica como fuerza predominante, a través del más poderoso complejo militar-industrial que jamás haya existido, han aumentado los riesgos de una destrucción del globo terráqueo y exterminio de la humanidad, en esa dirección, la expresión de Rosa de Luxemburgo, acerca del dilema a enfrentar entre ¨Socialismo o barbarie¨, adquiere un dramatismo particular.
4. Crisis del capitalismo rentístico venezolano
Las luchas ancestrales de los pobladores de nuestro territorio, así como las que permitieron liberarlo del yugo del imperio español, construyeron un país que por siglos ha mostrado su carácter indómito y rebelde. Sin embargo, la dotación natural no ha podido ser transformada por la acción de sus habitantes en riqueza permanente para el desarrollo de las presentes y siguientes generaciones de venezolanos. Los conflictos internos y la falta de visión de futuro han cercenado posibilidades, que en la actualidad se encuentran condicionadas por una crisis del sistema capitalista rentístico que vive el país, a consecuencia de la riqueza petrolera descubierta en los inicios del siglo anterior.
La renta petrolera venezolana, producto de la propiedad del Estado del recurso energético, como medio de producción no producido, no se genera en el país sino que se capta del exterior y significa un ingreso sin contrapartida productiva, con abundancia de recursos monetarios e insuficiencia de captación de capitales, siendo su distribución posterior, un acto de carácter netamente político. La renta que tuvo un carácter dinamizador en algunos períodos de la economía nacional se vino transformando cada vez más en un obstáculo para el desarrollo, terminando por hacer colapsar la propia economía rentística.
Dos países diferentes quedaron como resultado de la aparición petrolera, uno moderno y dinámico integrado a la economía mundial y otro tradicional y estancado, más orientado al mercado interno, mostrando un circuito de acumulación abierto por ambas puntas, una como economía netamente exportadora de hidrocarburos y la otra productora de bienes de consumo final, establecida fundamentalmente, en el Eje Norte Costero del país. De allí surgió el proceso sustitutivo de importaciones como modelo de desarrollo concentrador y generador de una creciente marginalización en los principales centros poblados.
Luego vino el proceso de privatización petrolera, habiéndose dado previamente los hitos de la Reforma Petrolera de 1943, primero, la fundación de la Organización de los Países Petroleros de Petróleo (OPEP) en 1960, después, y posteriormente, la Nacionalización en 1976. Como se afirma, el papel del Estado rentista más allá de la recaudación de la renta y su distribución, al no operar los mecanismos de regulación, provocó el colapso de la economía rentística, la desaparición práctica de la regalía, como emblema del sistema rentístico marcó su partida de defunción.
A partir de finales de los años setenta se produjo un proceso de descapitalización hasta nuestros días, transfiriéndose una enorme riqueza propiedad de todos los venezolanos a manos de pocos privados. Fue sólo con la llegada del nuevo gobierno en diciembre de 1998 cuando se intentó revertir esa tendencia de dos décadas de desacumulación productiva.
La crisis rentística por un lado, y la deslegitimación de un régimen político surgido hace medio siglo bajo el llamado Pacto de Punto Fijo, fue incapaz de resolver las crecientes necesidades que planteaba la sociedad venezolana. Los campanazos de alerta de la explosión popular de 1989, con el ¨Caracazo¨, y las rebeliones militares de 1992, comenzaron a abrir la posibilidad de una alternativa a la crisis de legitimación del Estado venezolano que se venía gestando producto del régimen bipartidista clientelar.
El nuevo gobierno que se instaló en febrero de 1999 acompañado por un proceso constituyente sometió en diciembre de ese mismo año la propuesta de una nueva Constitución que fue aprobada con amplio margen popular. Se concretó de esa manera la posibilidad de solución a la crisis de legitimación del régimen de la Cuarta República. Una alternativa de carácter nacionalista comenzó a gobernar el país, y desde su mismo inicio comenzó la recuperación de la renta petrolera y su distribución para la solución de la deuda social acumulada durante décadas, al unísono que se planteaba una política social inclusiva buscando una igualdad sustantiva para las grandes mayorías de la población venezolana.
Grandes avances se han alcanzado desde el inicio del gobierno bolivariano dirigido por el Presidente Hugo Chávez, particularmente en el área política y en la social. En cuanto a lo primero el nivel de conciencia adquirido por el pueblo venezolano le ha permitido mantener un gobierno que ha correspondido a sus necesidades, y en segundo lugar se ha demostrado la fortaleza de la fuerza popular al derrotar el intento de Golpe de Estado del 2002, y al sucesivo sabotaje petrolero. La organización popular ha avanzado en diferentes frentes, requiriéndose sin embargo, la consolidación de un liderazgo político colectivo que mantenga las esperanzas y posibilidades de un proceso de cambio social radical y revolucionario.
La política social incluyente consistentemente sostenida a lo largo de estos años debe consolidarse con mayores grados de eficacia y eficiencia estatal, acompañada permanentemente por la contraloría social y la organización del pueblo desde la base, para combatir las desviaciones burocráticas, ampliando su base de acción para alcanzar una mayor cobertura y calidad, acorde con el pago de una inmensa deuda social que viene del régimen de la Cuarta República. Los indicadores sociales ya alcanzados son una muestra de la correcta línea planteada en el campo social, pero la misma debe ser constantemente revisada para profundizar dichos cambios anhelados por el pueblo venezolano.
En el ámbito económico, la recuperación de la renta petrolera y su distribución para fines sociales y productivos ha permitido un crecimiento significativo, que deberá mantenerse con la profundización de la lucha contra los intereses de los sectores dominantes que pretenden continuar con el modelo de desacumulación y con rasgos privatizadores vinculados a intereses foráneos. En esa dirección el papel del Estado deberá complementarse con un desarrollo de la economía popular, para satisfacer las necesidades humanas de la mayoría de la población.
No solamente el Estado debe actuar como productor de riqueza de manera directa a través de la propiedad de los medios de producción, como las empresas consideradas estratégicas, sino también en su papel de regulador entre los diferentes tipos de propiedad, la estatal, la social y las demás formas, particularmente en la etapa de transición hacia una economía de carácter socialista. Estas definiciones se hacen necesarias no solamente al plantear el modelo productivo deseable, pero sobretodo el modelo que será viable en las condiciones específicas de Venezuela.
A continuación enumeramos una serie de funciones que deberá cumplir el Estado Socialista: ser expresión constitutiva y hegemónica del Poder Popular; garantizar que el trabajo se convierta en conductor y organizador de los procesos productivos; garantizar el proceso de acumulación socialista; regular las relaciones sociales de propiedad, producción, distribución y consumo; ser productor directo de riqueza basada en el trabajo no alienado; y captar y distribuir la renta petrolera.
5. Retos del socialismo venezolano
Variados e importantes son los retos que se plantea la construcción del socialismo en Venezuela.
El primer reto se refiere a las condiciones de irreversibilidad del proceso. La alternativa que se proponga debe superar de manera permanente la base de poder del adversario más poderoso que ha tenido la historia de la humanidad, esto es, la lógica del capital.
Irreversibilidad como condición necesaria, no suficiente, en un horizonte temporal abierto hacia el futuro que requiere definiciones del hoy en un tránsito que permita crear las condiciones subjetivas y materiales de la sociedad que se propugna de carácter socialista.
La irreversibilidad de un proceso que apenas se encuentra en transición al tratar de superar la crisis de legitimación del Estado, como una modificación de un cambio de régimen de la Cuarta a la Quinta República, plantea antes que nada la necesaria consolidación del régimen político existente, cuestión que se encuentra en ciernes dada la correlación de fuerzas existentes y la ofensiva que no ha cesado ni siquiera a 5 años del Golpe de Estado de abril de 2002.
La superación de la crisis aún en curso a través del fortalecimiento de las relaciones entre el pueblo venezolano y su Fuerza Armada es algo que fluye a través de la estructura de la misma institución armada como también a través de las relaciones y contradicciones en el seno del pueblo mismo. En esa dirección la construcción de un partido socialista que represente un liderazgo colectivo, con el papel de intelectual orgánico, es una condición apenas necesaria en ese proceso de lograr una irreversibilidad de la transición planteada.
Si la irreversibilidad de la transición política se encuentra en juego lo es aún más la relativa a la transformación del aparato productivo hacia un modelo de tipo socialista, en ese sentido es posible plantear diferentes tesis acerca de ese tipo de transición.
La condición de irreversibilidad contiene muchas especificidades necesarias. Una muy particular se refiere a la captación de la renta petrolera y su distribución sustantiva entre quienes menos tienen, no a modo de un reparto indiscriminado que sólo aportaría mayor desorden al desorden y concentración de riqueza en las viejas personificaciones del capital y de las nuevas que se asoman con la máscara de la revolución y el socialismo, particularmente las que se han venido conformando en estos primeros años del proceso de cambio que se inició el 6 de diciembre de 1998.
El reparto equitativo de la riqueza y su justa distribución para poder avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales pasa por el pago de la deuda social acumulada y la reversión del proceso de desacumulación que se inició en Venezuela a finales de la década de los setenta luego del primer boom petrolero y el inicio del segundo a principios de los ochenta.
Un segundo reto se refiere a la participación plena en la toma de decisiones de los productores asociados, no sólo en los campos de la actividad social y económica, sino también en la esfera cultural. El establecimiento de una genuina y no jerárquica coordinación y en correspondencia una relación no adversarial entre los productores asociados, se constituye en uno de los retos a superar para alcanzar el socialismo y su basamento en una lógica del trabajo.
Si durante el nacimiento del capitalismo esa relación entre productores vino a requerir el establecimiento de una acción libre de la interferencia de la política, y de allí el surgimiento del mito de la mano invisible del mercado, en contraste con la permanencia del Estado para tratar de salvar lo insalvable dentro de la crisis del capital actual, en el futuro la construcción de ese nuevo tipo de relaciones, por un lado genuinamente no jerárquicas, y por el otro, de carácter no adversarial implican condiciones que puedan permitir germinar el nuevo tipo de vínculos en la esfera productiva para superar la lógica extractiva de plustrabajo por parte del capital, y por otro lado, la oposición a todas las formas de subordinación y dominación que van más allá de lo netamente productivo y sobrepasar dicho ámbito para alcanzar lo social y cultural como referencias para el nuevo tipo de sociedad que se intenta construir basado en la lógica del trabajo.
La personificación de la lógica del trabajo en los productores asociados, representaría la manera como las relaciones de producción se establecerían en la nueva sociedad. Modificando así la relación entre el valor de cambio, predominante en la sociedad capitalista, como dominante en la esfera productiva dejando de lado la satisfacción de las necesidades humanas ligadas al valor de uso, más allá de la mera relación mercantil dirigida por el proceso de acumulación de capital.
El asentamiento de la nueva relación de producción que se quiere de tipo socialista, podría recorrer un camino parecido en términos de su establecimiento al que se dio dentro de la etapa del feudalismo con el inicio de la producción artesanal comercial y agrícola, en el entorno de las grandes ciudades Estado, los feudos y su hinterland, al desarrollarse fuera del control de la esfera política. La producción de nuevo cuño fue legitimada inclusive con la ideología que provino de la Ciencia Económica, la Economía Política Clásica, como gran justificador y eternizador de las relaciones mercantiles y con la ilusa pretensión de un mercado y de su mano invisible fuera del ámbito de actuación del Estado Feudal.
Si era correcta la apreciación de los creadores de la Economía Política del Capitalismo de dejar al mercado actuar fuera de la acción del Estado, esta se encuentra a los tiempos actuales fuera de toda posibilidad, dado que el mismo Estado se ha venido a constituir en el ámbito político dominante, que actúa bajo la propia lógica del capital, siendo su acción ligada a las contradicciones no solubles por dicha lógica.
Podría pensarse que dada la actual participación del Estado como comando unificado político de la lógica del capital, su gran influencia podría servir para el inicio de una dinámica diferente que no parta del microcosmos productivo individual sino más bien oriente su acción a la creación de esa transformación de las unidades productivas en otras dónde prevalezca la producción de valores de uso sobre las relaciones actuales donde el valor de cambio determina la dirección de las necesidades sociales que vienen a satisfacer al ser humano colectivo e individual.
El establecimiento de la doble condición de una coordinación genuinamente no jerárquica y no adversarial es uno de los mayores retos que pone la construcción de un modelo productivo de carácter socialista basado en la lógica del trabajo.
En el caso venezolano actual existen ventajas y fortalezas que derivan de su situación productiva basada en la economía petrolera. Lo que aparece a primera vista como una rémora producto de la captación de una renta petrolera, como renta al fin y en discordancia con el mismo modelo productivo capitalista, así como lo fue en sus inicios la rémora derivada de la renta de la tierra que debió ser superada posteriormente con la propia dinámica de acumulación capitalista, en nuestro caso particular y específico con el advenimiento del nuevo modelo productivo socialista, en su posterior desarrollo de las fuerzas productivas, y con el cambio también ulterior de las relaciones de producción, dicha rémora podrá ser superada diluyendo la paradoja actual de atraso y dependencia de la renta petrolera, para ser aplicada a un avance de la sociedad.
La superación de la mistificación en el concepto de la participación debe dejar de lado las formalidades de la misma y permitir a los productores asociados, los verdaderos productores de plustrabajo, ser los sujetos verdaderos del poder.
El paso de una situación de dominación y explotación a otra de liberación será un reto incuestionable a lograr. Siendo el capital una fuerza extraparlamentaria por excelencia y controlador del proceso en su generalidad, la posibilidad de un cambio progresivo auspiciado por las estrategias formalmente democráticas pero sustantivamente autoritarias, hacen que por un cierto tiempo de transición como período histórico limitado, la total transferencia de los poderes sea parte de la lucha por transformar esas estructuras jerárquicas que tienen a la cabeza el Estado, como referente de dominación político a nivel del macrocosmos productivo.
Lo que está en juego es la doble superación de esa coordinación de tipo jerárquico que deviene en formas estructuradas de dominación y subordinación a nivel de las unidades productivas. Tamaño reto debe alcanzarse en la fase de transición transformando el Estado en correspondencia con la producción material, de allí resultan estrategias particulares que permitan el nacimiento de la semilla productiva y puedan articularse en un sistema no jerárquico y no adversarial, al asumir los productores asociados el poder como sujetos reales.
El tercer reto se refiere a la igualdad sustantiva como la condición absoluta de sostenibilidad. La desigualdad imperante bajo el sistema capitalista y en la experiencia soviética de tipo poscapitalista, obedeciendo ambas a la lógica del capital con extracción en la primera de plustrabajo por vía económica y en la segunda por vía política, basadas en una cultura de desigualdad sustantiva a través de las décadas y los siglos, ha sido justificada a nivel político en términos de la igualdad formal.
Ni a nivel de las células del sistema ni aún en el conjunto de la sociedad como un todo la prevalencia de la igualdad sustantiva es posible bajo los imperativos de la lógica del capital, ello dadas esas internas determinaciones de tipo adversarial y de tipo conflictivo. Por un lado el antagonismo que se da en las relaciones de capital y trabajo a nivel esencial del metabolismo del sistema, pero también en tanto relaciones fenoménicas de las personificaciones en los capitalistas y los trabajadores donde las relaciones de valor de cambio de carácter mercantil prevalecen sobre la satisfacción de las necesidades humanas.
Con esas relaciones adversariales jerárquicas confluyen las de naturaleza conflictiva por dominar las relaciones de poder, dado que las personificaciones actúan como las dominantes y determinantes en la dinámica de las relaciones sociales. Cuánto tiempo durará el transito de un modelo a otro de tipo no adversarial y conflictivo es algo que queda abierto en el tiempo histórico por venir y estará sujeto a la posibilidad de construir alternativas diferentes a lo que existe actualmente, en consecuencia deben plantearse alternativas de transformación que involucren tanto la esfera política propiamente dicha como aquella relativa a la producción material en el período de transición.
En el caso venezolano la superación de la crisis de legitimación del Estado con el cambio del régimen político debe venir acompañada con el proceso de transformación de la esfera productiva, ambas de manera concomitante, tomando al Estado en su fase de transformación siendo portante a su vez del cambio en las relaciones sociales. Estado, la esfera política y la de tipo productivo se constituyen en una triada inseparable e íntimamente a la base de la cual se encuentran los productores libremente asociados como fundamento para construir una nueva estructura, su implementación en el tiempo se constituye en uno de los retos absolutos para lograr esa participación sustantiva que supere la de tipo formal en el capitalismo.
El cuarto reto se refiere a la planificación y la necesaria superación del abuso del tiempo por parte de la lógica del capital. La planificación en su sentido pleno del término es un rasgo esencial del control metabólico social socialista, tanto en su impacto inmediato como en el lejano tiempo histórico futuro.
En los tiempos actuales que vivimos de una globalización de la lógica del capital la necesaria conciencia histórica de los tiempos que corren, así como la necesaria racionalidad comprensiva, son cada vez más difíciles de alcanzar, dado el poder destructivo de las fuerzas que impulsan el proceso de acumulación con su crisis estructural a cuesta que no le permite superar las contradicciones antagónicas que le son inherentes.
En este contexto plantearse una genuina planificación integral que muestre las contradicciones y peligros realmente existentes es un reto a la construcción de la sociedad socialista.
La antagónica relación entre los Estados nacionales y la presencia transnacional de las corporaciones productivas a nivel de la entera esfera terrestre requiere implementar un tipo de planificación que parta de los seres humanos y que los involucre en las decisiones sustantivas que atañen a la satisfacción de sus necesidades de manera de sobreponer la actual dinámica dominante del valor de cambio en el sistema productivo en particular, y en la sociedad en general.
El proceso de acumulación capitalista debe ser dejado de lado por una distribución de recursos que empleen adecuadamente el tiempo de trabajo en función de esas necesidades vitales.
El tiempo de trabajo necesario para la producción de valor de cambio orientado por una contabilidad del tiempo que rige la ganancia debe ser suplantado por una utilización que permita la satisfacción de necesidades humanas como norte, en términos de una racionalidad sustentable inherentemente y cualitativamente determinada.
En esa dirección la creación de una vida con significado para los seres humanos, al más alto grado posible, como sujetos de su propia existencia y concientes de la utilización del tiempo no como necesario para la acumulación del capital, en su inherente extracción de plustrabajo, pero sí como actores de sus propios actos que desarrollan sus potencialidades individuales y sociales de manera conciente, de allí la reafirmación de los productores como libremente asociados en su sentido de fuerza colectiva que interactúa con los sujetos individuales en su desarrollo no alienado creando riqueza a través del trabajo.
La necesaria simultaneidad del desarrollo colectivo junto a la satisfacción de las necesidades de tipo individual, concientemente acopladas dan como producto un tiempo histórico que intente superar las condiciones de un reino de la necesidad para pasar a otro donde prevalezca el reino de la libertad, lograda a través de una superación de la conciencia individual devenida en conciencia colectiva. En consecuencia la actividad de una planificación comprensiva se vuelve un reto a lograr si de alcanzar la sociedad socialista se trata.
El quinto reto plantea la necesidad de revertir las relaciones mercantiles que condicionan el logro de los valores de uso para satisfacer necesidades humanas a las del valor de cambio orientadas por una acumulación del capital, esta situación que ha tocado los límites estructurales de su expansión por el tipo de crisis de su misma lógica, tiene límites objetivos en nuestra época histórica actual al exacerbarse las contradicciones antagónicas y la tendencia a un dominación basada en los monopolios.
La férrea determinación del consumo y la distribución de mercancías por parte de la producción de tipo capitalista influye en la presencia de unos valores de cambio que arrinconan la satisfacción de necesidades humanas, y en consecuencia la realización del valor de uso de las mercancías producidas. En esa dirección el verdadero sentido de la economía en cuanto a la economización de los recursos entra en contradicción con el desperdicio, la ineficacia y la ineficiencia en su utilización, de allí el rechazo que debe existir a la concepción que pretende de un socialismo de mercado como pretensión irrealizable en la búsqueda de un modelo que logre superar la crisis del capital y sus insuficiencias para el beneficio de las necesidades humanas.
Se plantea en consecuencia el reto de activar las potencialidades positivas de un desarrollo vinculado a la generación de valores de uso, a un tipo de crecimiento sostenible en el largo plazo, de manera cualitativamente diverso basado en la autogestión de los productores libremente asociados.
La economía basada en un consumo despilfarrador que no toma en cuenta tasas de utilización adecuadas, como por ejemplo en el uso del automóvil individual versus el mejor uso de un transporte público colectivo nos conduce a la búsqueda de otras formas de producción más cercanas a la satisfacción de los valores de uso que al producir mercancías que vayan en detrimento de la naturaleza por la contaminación que producen y el de mayores costos sociales.
De esta manera la producción nacional en el caso venezolano debe estar relacionada con la de otros países en un esfuerzo común por romper la dependencia del modelo productivo, buscando mayores complementaciones en sus aparatos, un ejemplo de ello se resume en la propuesta del ALBA en neta contraposición a la proveniente del ALCA a través de la cual lo que se integra y se globaliza es la producción de las empresas transnacionales, concentrando aún más el lado de la producción destructiva que sigue la lógica del capital, poniendo por supuesto de lado la posibilidad que el valor de uso supere y condicione la lógica impuesta por la acumulación capitalista a través de la producción de valores de cambio.
El sexto reto se refiere a la superación de la cuestión nacional versus el proceso de internacionalización que vive el sistema capitalista. Así como históricamente existió una condición de universalización de la dirección de la sociedad por las clases emergentes de la burguesía nacional que fueron abarcando cada vez mayores espacios primero a nivel de las diferentes naciones y luego en el campo del resto del mundo, expandiéndose a través de los imperios que tuvieron sus confrontaciones durante las dos guerras mundiales que sacudieron al mundo en el Siglo XX, hoy en día el poder incomparable que han logrado obtener las grandes unidades productivas transnacionales, han terminado por opacar y dejar de lado al Estado nacional quién lucha por defender los territorios de quienes menos poseen dentro de los límites de acción de cada uno de los propios Estados.
Siendo el capital la fuerza controladora de los procesos de reproducción social y económica, su expresión no puede ser otra que la de una determinación jerárquica y autoritaria que vaya en beneficio de los más grandes intereses de las grandes potencias. En consecuencia la alternativa socialista propuesta debe comenzar por negar ese tipo de relaciones de imposición y tratar de establecer otras de tipo complementaria que respeten la libre determinación de los pueblos con sus diferencias.
El reemplazo de las relaciones antagonísticas por otras de tipo solidario, sólo que dicha iniciativa encuentra la gran oposición de quienes pretenden mantener las relaciones hegemónicas y de sometimiento por parte de las grandes potencias y particularmente por la más poderosa del imperio norteamericano, quién actúa de manera directa como lo hace en Irak, o Afganistán, o en otros lugares, o de manera indirecta a través de fuerzas mercenarias, el uso de instituciones internacionales mediatizadas, la presencia de empresas transnacionales que le sirven de escudo, o con el apoyo de gobiernos que le sirven de instrumentos de penetración y mantenimiento del status quo.
En la medida que se agudiza la crisis estructural del capital y se hacen más intensos los antagonismos entre los Estados nacionales y el poder internacional del capital, en esa misma medida se requerirá de una acción directa de carácter militar sin ningún tipo de mediación. Si este tipo de acción no tuviese límite el pronóstico estaría claramente determinado, la cuestión en parte también reside en las consecuencias internas que se tienen al interior de los países que conforman las grandes potencias, o quienes aún se encuentran en la cúpula del poder mundial.
La procesión va también por dentro y el funcionamiento de las mismas sociedades va encontrando los límites a la crisis que siendo estructural igualmente termina por golpear al interior de los grandes Estados que dominan la escena mundial. De allí la tesis expresada de la necesidad de un nacionalismo de tipo defensivo complementado con una posición positiva del internacionalismo.
En el caso particular de Venezuela el rescate de las tesis bolivarianas ligadas a la lucha liberadora del Siglo XIX se une a la necesidad de unir esfuerzos con otros procesos nacionales que apunten en la misma dirección, exaltando un verdadero patriotismo junto al internacionalismo necesario de una lucha a favor del socialismo en el mundo actual, no solo con relación a las luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños, sino también lejos de nuestros mares al convocar a los pueblos de Africa y del Asia, en fin a la mayoría de los pueblos del Sur. Cómo se continúa correctamente afirmando el internacionalismo socialista se hace inconcebible sin el pleno respeto a las aspiraciones de las clases trabajadoras de las otras naciones.
¿Cómo entonces articular una alternativa viable positiva? Debe ser una alternativa que supere el metabolismo de la lógica del capital, ayudando a articular y coordinar de manera comprensiva formas no jerárquicas de toma de decisiones tanto en ámbito productivo como en el su base política y cultural. Se plantea el inmenso reto de poder controlar concientemente, de acuerdo con los objetivos que se propongan, la dirección de los procesos productivos y distributivos por parte de los genuinos sujetos de la historia, en el caso de un futuro por el socialismo, esto es, los trabajadores como productores libremente asociados, tal de erradicar todas las formas de explotación y opresión existentes.
El séptimo reto se refiere a la necesaria reunificación de la esfera política y la reproductiva de tipo material que pasa por la superación de la vía parlamentarista la cual se ha constituido en un espacio privilegiado para el reformismo socialdemócrata, fuera del campo de acción de la lógica del capital en su sentido extraparlamentario, de allí la necesidad de vitalizar las Asambleas Constituyentes como modos para avanzar en el camino de una transformación radical del orden establecido.
Si la soberanía reside verdaderamente en el pueblo allí debe fundamentarse la fuerza primaria para los cambios propuestos evitando las mediaciones y mediatizaciones que se introducen con los cuerpos parlamentarios. La necesaria fusión entre los cuerpos políticos y las fuerzas de la producción basadas en los mismos trabajadores debe subsumir los cuerpos representativos para evitar la alienación de los mismos productores del cuerpo de la democracia formal.
Así como el capital resulta la principal fuerza extraparlamentaria y continua aparentemente su proceso acumulativo fuera del contexto del cuerpo político a quién subsume, se presenta un reto a los trabajadores en su ruta por impulsar el nuevo modelo productivo, que dirija diferentemente desde afuera el propio parlamento como cuerpo político representativo.
Dicha unidad debe volver a las bases de la producción material acompañada por la representatividad política no como instancia retardadora y amortiguadora de los cambios socioproductivos, sino más bien adaptándose a los modelo de cambio que se intentan implementar bajo una lógica derivada del trabajo y no de la del capital. No se trata simplemente de las apariencias representativas a través del parlamentarismo, sino más bien de los obstáculos y mediatizaciones que se interponen en el devenir de los cambios planteados.
En esa dirección al tratar de poder alinear el sentido político a las fuerzas materiales de la transformación en un movimiento acompasado, la presencia del Estado en la fase transicional de la construcción del socialismo va a requerir que el acoplamiento si proviene de un liderazgo político inicial por la propia naturaleza de la transición que vive, en particular, Venezuela, trate de resolver las contradicciones que aparecen en esa etapa del desarrollo del país con una visión que en perspectiva vaya poniendo los fundamentos de la nueva sociedad que se intenta construir.
La separación de la relación entre la acción de la esfera política y la producción material que permitió el avance del sistema capitalista al tomar las representaciones del capital su dinámica dominadora, ahora durante la crisis estructural del capital y el intento por parte del Estado de mantener su separación a partir de una concentración del poder político fuera de la esfera material, deberá sufrir severas modificaciones en la construcción de la sociedad socialista que se plantea.
Es por eso que se hace necesaria la reconstitución de esa unidad de manera viable y permanente para avanzar en la construcción del nuevo modelo basado en una lógica del trabajo. La crítica a la separación entre la llamada sociedad civil y el Estado político, simplemente sujeta a la acción de las fuerzas productivas dominantes debe ser superada por una nueva fusión, que durante la fase de transición deberá apoyarse necesariamente en el aparato estatal, particularmente en las condiciones específicas del caso venezolano, lo cual pudiera resultar una fortaleza de no constituirse el Estado como tal en un fin en sí mismo.
El dualismo que se pretende establecer entre la sociedad civil ligada al mundo de la producción material, por un lado, y el Estado político por el otro, permite en la práctica de la sociedad capitalista ocultar las determinaciones que provienen de las determinaciones estructurales de la lógica del capital las cuales dominan el funcionamiento del metabolismo social y su reproducción.
La acción parlamentarista solamente llega a la restricción formal de la lógica del capital, repitámoslo una vez más, siendo el capital la fuerza extraparlamentaria por excelencia, actuando fundamentalmente en la esfera de la reproducción material. Aparece en este contexto la figura del Estado al centro de las contradicciones entre la esfera productiva y las relaciones de poder de carácter eminentemente políticas.
El papel fundamental del Estado como estructura de comando político autoabarcante junto a las determinaciones reproductivas materiales vienen a constituir la realidad super poderosa del capital. La vieja aspiración de la desaparición total del Estado con la llegada del socialismo al consagrarse la total participación autogestionada de los trabajadores como personificaciones del nuevo modelo, permanece como un referente normativo, por tanto deseable pero sin solución definitiva en las experiencias vividas hasta el momento.
Tal aspiración se encuentra en la dirección de la verdadera construcción de una sociedad diferente por parte de los productores libres asociados, los trabajadores fuera de las férreas determinaciones del capital mismo. En consecuencia la articulación de un movimiento socialista y el partido que lo apoye debe relacionarse en todos los ámbitos posibles de la sociedad, incluyendo, por qué no, la fuerza parlamentaria, siempre que no sea la única fuerza de cambio.
Se plantea entonces el reto de la organización de los intereses de los trabajadores no como una fuerza política para sí, en beneficio de sus particulares intereses sino como un referente para toda la sociedad la política, y fundamentalmente la dirigida a la producción material, ambas con una sola orientación, esto es, la búsqueda de una alternativa hegemónica, el trabajo como condición de existencia universal de los individuos.
El octavo reto se refiere a la educación como aquella actividad que enfrentan los individuos en sus históricas circunstancias orientada al cambio radical estructural abierto en el tiempo, no como mera utopía social ideal, pero si como conciencia verdadera de los retos que se le presentan a los individuos, como la conciencia socialista del desarrollo en curso, de la historia en su presente vivido y el de las posibilidades de la transformación posible.
6. Tesis sobre el Modelo productivo socialista
Para la construcción del Modelo Productivo Socialista se plantean varias tesis que ubican la acumulación necesaria en la fase de transición venezolana al tratar de pasar de un régimen anclado en la Cuarta República a otro nuevo, definido en la CRBV como de la Quinta República. Los cambios productivos que se fundamentan en las formas de generación y distribución de los excedentes toman una conformación de carácter institucional que se ve reflejada en los tres ámbitos productivos de la economía pública, la social y la de tipo privado.
La conjunción de estas tres maneras que coexistirán por un largo período de tiempo mientras dure la transición política será el fundamento del nuevo tipo de sociedad que se intenta construir, transformando la forma acumulativa actual. A continuación enumeramos seis tesis que constituyen un sistema integrado de afirmaciones definitorias para visualizar los cambios propuestos.
Tesis primera. ¨El modelo rentista – capitalista es incapaz de garantizar la satisfacción de las necesidades sociales para los venezolanos de forma permanente, por ello se requiere sustituirlo por uno productivo de carácter socialista¨.
Tesis segunda. ¨La transición de un modelo rentista-capitalista a uno productivo-socialista requiere la activación de un poder productivo basado en el trabajo¨.
Tesis tercera. ¨El proceso de transición venezolano se sustenta en un intercambio de actividades productivas, genuinamente planificadas y autogestionadas cada vez más justas, equitativas y solidarias, de manera eficiente y oportuna, en cantidades, costos y precios adecuados, que incluyan una acumulación fundamentalmente basada en el trabajo¨.
Tesis cuarta. ¨El modelo productivo es el responsable de proveer el sustento material al modelo de sociedad socialista tal que le permita su sustentabilidad y desarrollo, y por lo tanto es un elemento fundamental en la construcción de viabilidad al Proyecto Nacional¨.
Tesis quinta. ¨En el Modelo Productivo Socialista se distinguen tres ámbitos: Empresas Públicas, Empresas de la Economía Social y Empresas privadas.
Tesis sexta. El establecimiento del Modelo Productivo Socialista requiere la creación de nuevas formas de generación, apropiación y distribución de los excedentes económicos y una nueva forma de distribución de la renta petrolera venezolana. Esa tarea implica un cambio de valores en el colectivo, en la forma de relacionarse los individuos con los demás, con la comunidad, con la naturaleza y con los medios de producción¨.
Tesis séptima. ¨La empresa pública es la dinamizadora del modelo productivo socialista. A través de ellas el Estado se reserva las actividades productivas estratégicas para el desarrollo del país respondiendo directamente a la planificación central¨.
Adicionalmente acotamos primero, que la participación del Estado Socialista que se quiere construir se fundamenta en la captación de la renta y del plustrabajo.
Segundo, que se debe transformar el aparato burocrático del Estado, mediante una participación popular protagónica vinculante y corresponsable, es la vía para adecuarlo al socialismo bolivariano.
Tercero, que el trabajador es el motor interno de un modelo productivo socialista y debe tener claridad ideológica y conciencia revolucionaria.
Cuarto, que la instauración del modelo socialista obliga a prescindir del trabajo improductivo generador de antivalores, como agente parasitario, en todos los sectores laborales, tanto en las instancias generadoras de políticas, como en las ejecutoras (Misiones) y productivas (Empresas públicas).
En esa dirección es menester mantener una relación laboral horizontal, la cual, en los casos que sea necesario, coexista con una división técnica del trabajo, sin que esto menoscabe la horizontalidad en las decisiones y la igualdad sustantiva entre los trabajadores.
7. El Partido Socialista Unido de Venezuela
7.1. La construcción de un liderazgo político colectivo
Los procesos fundacionales en términos de las organizaciones políticas que han hecho historia así como el de la renovación de los Estados a través de cambios profundos, han sido objeto de argumentaciones para fundamentar tanto al dirigente necesario cuánto a la necesidad de una dirección colectiva que oriente dichos procesos de cambio social.
Todo ello lleva a la discusión del nivel de democratización en la toma de decisiones y al análisis de desviaciones como las atinentes al denominado ¨culto a la personalidad¨.
El partido como ¨intelectual orgánico¨, el partido como ¨el Príncipe Moderno¨ son las maneras como se estructura la posibilidad de construcción del cambio social profundo, de la revolución. En consecuencia el intelectual deja de ser el buscador de la verdad para constituirse en el dirigente orgánico del partido, al mezclarse activamente en la vida práctica como constructor y organizador permanente.
Esa identificación del intelectual con los problemas de las masas, con la búsqueda de las soluciones a los mismos, unido a las urgencias y aspiraciones de la mayoría de la población, son precisamente la encarnación de la voluntad colectiva la que hace al partido y al intelectual orgánico que le identifica como dirigente colectivo, haciendo sí que la participación abierta de quienes pertenecen al pueblo y en particular al partido político hegemónico, suplan las carencias de un dirigente necesario y eviten las desviaciones de un ejercicio absoluto e irrestricto del poder.
Se requiere entonces definir esa voluntad colectiva, esa voluntad política en general, donde la voluntad actúa como conciencia constante acerca de la necesidad histórica, como verdadera y real protagonista y efectiva del drama histórico.
Dentro del proceso que vive Venezuela en la actualidad, la generación de una nueva organización política partidista el Partido Socialista Unido de Venezuela plantea el reto de la construcción del líder colectivo político, que sirva de base al proceso de cambio que se intenta implantar.
7.2. Concepto de partido político
Varios elementos pueden ser considerados a la hora de concebir un partido político, entre estos mencionamos los siguientes:
1. El tener una continuidad en la organización, es decir, una organización cuya esperanza de vida sea superior a la de sus dirigentes.
2. La existencia de una organización a nivel local, estable y presumiblemente duradera, dotada de comunicaciones regulares y diversificadas con el nivel nacional.
3. Tener una voluntad deliberada de los dirigentes locales y nacionales para tomar y ejercer el poder, solos o en coalición con otros, y no sólo de influir simplemente en él.
4. El propósito de la organización de buscar un sostén popular a través de elecciones o de cualquiera otra forma.
El partido tiende a presentar fórmulas homogéneas que traducen diversos intereses parciales dentro de un plan conjunto.
Poder en el seno de los órganos que tienen capacidad de decisión suprema en la dirección del país, de los poderes del Gobierno (gestión y dirección) y el Parlamento (legislativo).
Los partidos deben dar respuesta a los problemas materiales pero también a los de tipo ético.
El partido es una reunión –material o ideal- de personas que profesan una misma doctrina política.
Los partidos actuales se definen menos por su programa que por la naturaleza de su organización.
Las funciones que debe ejercer un partido se pueden enumerar, entre otras, como las siguientes:
1. Elaboración de las tesis programáticas y liderazgo de la propuesta de construcción de la nueva sociedad
2. Contribuir a la formación de la opinión a través de organismos que mantienen públicamente su responsabilidad. Inciden en la opinión pública y realizan una función pedagógica. (Programa general de gobierno).
3. Elementos decisivos de la expresión política de la sociedad que se articulan a través de la concurrencia por el sufragio. (Elección de representantes).
4. Comunicación entre la sociedad y el Estado.
5. Dirección de la acción de las instituciones públicas, o bien de control de gobierno, a través de la crítica.
6. Reforzar el régimen, estabilizándolo y legitimizándolo.
7. Estructuración de la sucesión política.
7.3. Objetivos
La formación de una fuerza revolucionaria capaz de transformar la sociedad venezolana.
La definición de los instrumentos teóricos autónomos y originales para la interpretación de la realidad presupone un reconocimiento crítico de las fuentes del pensamiento.
Identificación y selección de un conjunto de principios de la teoría política en base a la cual constituir el movimiento histórico de transformación de la realidad venezolana.
7.4. Problemas y criterios del cambio de organización política
La ruptura con las organizaciones políticas existentes inclusive con la fuerza mayoritaria que formalmente apoya el proceso de cambio, debe considerar dos tipos de ruptura con conductas asumidas previamente. La primera referida a la necesidad de deslindar campos con el comportamiento clientelar, esto es con la búsqueda de beneficios para personas o grupos que buscan tener poder dentro de la organización política a través del logro de posiciones dentro del gobierno a sus diferentes niveles.
La segunda ruptura debe operar en relación a quienes buscan construir posiciones de poder a partir de la excesiva valoración personal en la dirección de las organizaciones del aparato del Estado, tales como en el Ejecutivo en sus diferentes instancias, la institución militar, las relaciones con los grupos económicos y los medios de comunicación y el propio aparato del partido o de los partidos y organizaciones que acompañan el proceso.
La solución, en parte a estas rupturas debe ser buscada en una democracia de base y desde ella que evite los enquistamientos clientelares y burocráticos que conduzcan a esas posiciones de poder para beneficio de personas y grupos particulares. Deben evitarse igualmente las designaciones a dedo, las cuales en parte derivan de una dirección política incoherente y dispersa, producto de la ausencia de una dirección unificada, colectiva, con unidad de propósitos y sobretodo con un programa político único.
Dos criterios que podrían ayudar a resolver entre muchos, el tipo de rupturas planteadas se refieren a la calidad revolucionaria y la distinción entre obediencia y disciplina.
En cuanto al criterio de calidad revolucionaria de un proyecto de cambio, se entiende la capacidad de los miembros de una organización para transformar realmente la sociedad y a ellos mismos como sujetos de cambio.
Y en lo referido a la diferenciación entre obediencia y disciplina, el confundirlas implicaría atrofiar el libre juego de las ideas y las opiniones en el seno del colectivo o en el de una organización política determinada.
7.5. La Revolución Bolivariana Venezolana
La necesidad de conformar una concepción de la revolución Bolivariana nos lleva a definir algunos aspectos inherentes a la coyuntura, los cuales resultan fundamentales para ir construyendo la nueva sociedad socialista que se propone:
1) La necesaria conformación de un liderazgo político colectivo en los términos del ¨intelectual orgánico¨ o del ¨Príncipe Moderno¨. La eficacia y eficiencia de dicho liderazgo debe alcanzar unas proporciones bien definidas entre el ejercicio del poder gubernamental y los dirigentes del proceso político a través de una organización políticamente dispuesta con coherencia en la elaboración e implementación de su acción.
2) La definición del tipo de Estado que suplante lo existente basado en el metabolismo de la lógica del trabajo.
3) La definición de las alianzas internacionales que traduzcan las aspiraciones de los pueblos de la Patria Grande y los sueños de nuestros precursores y libertadores. Dichas alianzas deben favorecer los intereses del Proyecto Nacional Bolivariano, privilegiando la satisfacción de las necesidades de los venezolanos.
4) El diseño e implementación del Proyecto Nacional Bolivariano, viabilizando su implementación a partir de la experiencia adquirida en esta primera década.
5) El desarrollo de un Modelo Productivo que aproveche el uso de los recursos existentes, superando la anomalía del rentismo petrolero.
6) El desarrollo de todas las formas de lucha popular que permitan hacer irreversible el proceso de cambio iniciado.
7) La conformación de un nuevo bloque hegemónico que de sustento y viabilidad al Proyecto Nacional Bolivariano de carácter socialista.
8) Consolidar las posiciones alcanzadas y los derechos de los trabajadores, combatiendo la línea de menor resistencia y asumiendo posiciones que fortalezcan la solidaridad, la justicia y la igualdad sustantiva.
7.6. Propuesta para la discusión de unas bases del PSUV
Con el objeto de plantear una propuesta para la discusión acerca de las bases del PSUV, nos permitimos someter a la crítica y posterior elaboración dentro del desarrollo de su Congreso Fundacional, las siguientes sugerencias:
Artículo 1. El PSUV se constituye para lograr, consolidar y profundizar el proceso revolucionario venezolano y para acelerar la transición de Venezuela hacia una sociedad socialista
Artículo 2. El PSUV luchará por liberar al pueblo venezolano de la explotación del capitalismo y del dominio de cualquier potencia extranjera, y luchará para la consecución de la mayor felicidad posible para todos los habitantes del país.
Artículo 3. El PSUV reunirá todas las voluntades existentes en el país, orientadas a construir la Patria Grande, a desarrollar la máxima solidaridad con los pueblos hermanos del continente americano en sus luchas por la liberación nacional y contra el imperialismo imperante.
Artículo 4. El PSUV se compromete a luchar de manera incansable hasta construir una sociedad basada en el trabajo creador, y la utilización del tiempo social disponible con fines sociales humanitarios.
Artículo 5. El PSUV luchará por la paz y el respeto de la autodeterminación de los pueblos, al respeto de la historia y la cultura de cada uno de ellos y a la construcción de un ser humano nuevo cuya actuación esté basada en los principios éticos de la libertad y la igualdad sustantiva de todos sus integrantes.
Artículo 6. El PSUV establecerá relaciones de colaboración y solidariedad con todas aquellas organizaciones políticas y sociales a nivel mundial que luchen por la conquista del socialismo revolucionario como sistema metabólico de la nueva sociedad del Tercer Milenio.
Artículo 7. El PSUV luchará por crear las condiciones y las bases espirituales y materiales, objetivas y subjetivas que hagan irreversible el proceso de construcción de una sociedad socialista en Venezuela.
Artículo 8. El PSUV basará sus actuaciones en el respeto a la voluntad de cada uno de sus integrantes y a quienes colectivamente conformen los principios, orientaciones, normas de actuación y de comportamiento que reflejen el respeto a la libertad de pensamiento manteniendo de manera permanente la crítica y la autocrítica como práctica de una línea política coherente que oriente y se encuentre a la vanguardia del pueblo venezolano.
Artículo 9. El PSUV elaborará su línea política de manera permanente adaptándose a las circunstancias históricas que se planteen al país. La revisión continuada de dichas acciones se encontrará expresada en sus tesis, su propuesta programática, y en sus programas de acción, todo ello elaborado y asumido colectivamente dentro del rol que debe cumplir el PSUV como ¨Intelectual Orgánico¨.
Artículo 10. El PSUV se regirá conforme a los estatutos y reglamentos que defina su Congreso Fundacional y los que demanden de acuerdo a la realidad histórica en que le toque actuar social y políticamente.
Agradezco a los compañeros de la página http://www.viejoblues.com/Bitacora/node/5258
pues de allí he copiado la información...y, bueno, creo que de eso se trata: de difundir nuestro proyecto revolucionario y emancipador
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