sábado, 11 de octubre de 2008

LLUEVE OTRA VEZ

Fanático empedernido he de considerarme desde siempre por la lluvia. Ella consigo trae un caudal de sentimientos que te van amoldando el día que te lleva a experimentar las emociones de un extremo a otro.


Te retrae a la infancia; te conduce a momentos vividos con amigos, familia o simplemente con uno mismo. Te regala sonrisas e, incluso, llantos. Te da alegrías o, tal vez, tristezas. Ésa es la lluvia: una amiga que juega con los sentimientos propios (que llega a veces el momento en que le "coges arrechera" por esos altibajos que se te presentan).


Hay quienes afirman "hoy habrá mal tiempo, pues va a llover"; hay otros quienes discrepan de tal afirmación y comentan: "Qué bueno. Hoy lloverá"... y ninguno se está dando cuenta de ese jueguito que la compañera Lluvia va haciendo con nosotros.


Nos va poniendo melancólicos en una mayoría de las veces, sin que ello signifique que sea malo el sentirse así. Alegres también nos va poniendo esta amiguita (sobre todo a los niños y niñas que se observan bañándose con ella) cuando a uno le provoca quedarse en casa y tomar una taza de café o quizás chocolate caliente, ver televisión, abrazar a la persona amada... en fin, continúo yo con eso de la lluvia juguetona de los sentimientos de uno.


En estos días he estado así: con un continuo vaivén de los sentimientos; unos altibajos de emociones (por las coyunturas presentadas recientemente).Emociones que, si me detengo a analizar, son pendejadas irrisorias, pero bueno, uno también de gafo que cae en el juego de la lluvia:-P


En fin, aquí le copio dos versiones del tema de Silvio: Llueve otra vez. Una versión en estudio (Tríptico II 1984) y la otra en concierto (México 1982).


Espero que la disfruten tanto como la disfruto yo






Llueve otra vez

Llueve otra vez detrás de mis frontales.
Entre oreja y oreja nubes bajas,
oscuras como cajas,
se disfrazan de fieros animales.

Una mujer he visto cuatro veces
con los ojos comunes de nosotros.
Cuatro mil con los otros:
con los de padecer horas y meses.

Llueve otra vez
donde no hay más conmigo
que fieros animales,
que tiernos enemigos.

Llueve otra vez
detrás de mis frontales.
Oh, campo sin abrigo.
Oh, calle sin portales.


Llueve tan bien, que el fin de la semana
en vez de ser domingo en mi cabeza,
es sólo la tristeza
helándome el cerebro y la mañana.

Una mujer que nunca me provoca
me ha condenado a lluvias sin motivo
y desde entonces vivo
ahogado en el deseo de su boca.

(Silvio Rodríguez)

(1979)


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